Laly Alcaide, directora de la Coordinadora Nacional de Artritis, y la Dra. Rosario García de Vicuña compartieron un encuentro con periodistas para hablar sobre los efectos clínicos y sociales de la artritis reumatoide.
Entre el 0,5 y el 0,8% de la población española padece artritis reumatoide, lo que significa que aproximadamente 250.000 personas sufren actualmente esta enfermedad en nuestro país. Una cifra a la que hay que sumar los ocho casos nuevos por cada 100.000 habitantes que se diagnostican cada año aproximadamente, la mayoría de ellos en mujeres. Entre estos casos, hace más de 25 años, se encontró Laly Alcaide, la actual directora de la Coordinadora Nacional de Artritis (ConArtritis). Ella, junto con la Dra. Rosario García de Vicuña, jefa del Servicio de Reumatología del Hospital La Princesa de Madrid, ha compartido con un grupo de periodistas de medios femeninos lo que supone vivir con artritis. “La artritis reumatoide afecta entre dos y tres veces más a mujeres que a hombres”, señala la Dra. Rosario García de Vicuña . Puede presentarse a cualquier edad, aunque los estudios apuntan un pico de incidencia entre los 45 y los 60 años, no ligado al envejecimiento, lo que repercute directamente en la productividad laboral y el desarrollo personal.
Pese a su incidencia, uno de los principales problemas que rodean a esta enfermedad es el desconocimiento que existe por parte de la sociedad, asociado además a la creencia de que es una patología benigna. Sin embargo, explica la Dra. García de Vicuña, “la artritis reumatoide es una enfermedad agresiva y progresiva que se caracteriza por la inflamación crónica de las articulaciones, sobre todo de las manos, y que puede desembocar en lesiones irreversibles”.
“El paciente sigue llegando hoy a la consulta del médico con las mismas dudas y preocupaciones que hace 20 años, pero con más información en ocasiones procedente de fuentes no fiables, lo que le puede confundir”, afirma Alcaide. “El paciente necesita tener información para asimilar bien la enfermedad que le acaban de diagnosticar, para conocerse y reconocer los síntomas y cómo abordarlos en cada momento de la artritis, pero debe ser un aprendizaje paulatino y proceder de profesionales y fuentes de información de calidad”.
Trasladando su experiencia, la directora de ConArtritis comenta “a mí me ayudó mucho acudir a una asociación para hablar con otras personas que ya habían pasado por mi situación, para ver que yo también me podría encontrar mejor, como lo estaban ellos. Además, contar lo que sientes y escuchar el testimonio de otras personas te lleva a conocer mejor la enfermedad, y saber detalles que no encuentras en los libros”.
Por su parte, la especialista en reumatología remarca la importancia de un diagnóstico y un tratamiento precoz ya que “la respuesta al tratamiento es mucho mejor cuando la artritis reumatoide se diagnostica en los tres primeros meses tras la aparición de síntomas; cuanto más tarde se realice el diagnóstico y más se retrase el inicio del tratamiento, peor será la respuesta a este”. Un mal control de la enfermedad puede significar también un impacto más allá de las articulaciones y un aumento en el riesgo de otras enfermedades como las cardiovasculares, infecciones o cáncer.
Necesidades no cubiertas en artritis reumatoide
En las últimas décadas ha habido avances farmacológicos y en el abordaje de la artritis reumatoide por parte de los servicios de Reumatología para facilitar ese diagnóstico precoz que ha permitido mejorar el pronóstico y la calidad de vida de estas personas.
A pesar de estas mejoras, que se han traducido, por ejemplo, en aumentos de la esperanza de vida, sólo el 25% de los pacientes alcanza actualmente la remisión de la enfermedad, es decir, logra un estado igual o similar al de antes del diagnóstico. Además, se considera que entre el 30 y el 40% de los pacientes no tiene un buen control de su enfermedad y que al menos un 50% de los casos de tratamiento con fármacos biológicos pierden su eficacia a los 5 años, motivado en parte por la acción neutralizante de anticuerpos.
Unos aspectos a los que hay unir las preocupaciones que les surgen a los pacientes, que no siempre son comunicadas al médico. Como reconoce la Dra. García de Vicuña, “nos falta todavía algo; nos empeñamos en medir la actividad de la enfermedad, cuando al paciente lo que verdaderamente le importa es cómo va a afectarle la enfermedad a su vida, a su trabajo, a sus hijos”. Una consideración que a Laly Alcaide le resulta fundamental: “es frecuente que la persona con artritis reumatoide se aísle porque se puede sentir incomprendido, infravalorado, o que incluso no sea capaz de explicar cómo se encuentra. En ConArtritis siempre estamos ahí, para apoyarle en todo momento”.
Sexualidad, fertilidad y embarazo
Una mujer con artritis reumatoide puede disfrutar de la sexualidad igual que cualquier otra mujer sana, de la misma manera que su fertilidad no tiene tampoco por qué verse influida por la enfermedad “salvo si existe un nivel muy elevado de inflamación”, explica la Dra. García de Vicuña, quien sí remarca la necesidad de planificar el embarazo, sobre todo por el tipo de fármacos utilizados para el tratamiento de la artritis reumatoide. Es muy importante aquí un control muy de cerca de las pacientes ya que, como enfatiza la doctora, “la enfermedad puede influir en el embarazo, pero también el embarazo puede influir en la enfermedad”.
Aun cuando los estudios apuntan a un mayor riesgo de parto prematuro y a un ligero aumento del número de cesáreas, el cuidado estrecho de la buena salud en la madre conduce la mayoría de las veces a un desenlace adecuado del embarazo.